Siete de la noche, retraso en el Metro de Caracas. El vagón, cuyo aire acondicionado se averió desde meses atrás, se ha quedado detenido hace más de veinte minutos en el túnel subterráneo que conecta las estaciones Bellas Artes y Parque Carabobo. Es el infierno en vida: hacinado, húmedo y claustrofóbico. Los pasajeros resoplan, tosen, se quejan del calor. Yo trato de distraerme mirando el reflejo en la ventana, mientras suplico que el tren llegue al andén cuánto antes. Es un día cualquiera, la cotidianidad de un caraqueño de a pie. En medio del calor humano y el mal humor, mis ojos planean por encima de las personas y sus objetos personales. Busco, indago, trato de conseguir algo interesante que entretenga mi mente. El desespero ansioso seguramente ha agudizado mis sentidos, puesto que a los pocos minutos una moneda brilla como el oro en una barraca oscura. Hizo un bling certero que logra captar mi atención. Desde el bolsillo de un hombre de mediana edad sobresale un llavero con la forma de una moneda de Bitcoin. La situación que les acabo de contar me pasó hace unas semanas atrás en el Metro de Caracas y me dejó una impresión tan fuerte que me ha llevado a escribir estas líneas. Redondo, discreto, sin ínfulas de grandeza. Bitcoin era, como decimos en Venezuela, otro coroto más dentro de aquel tren. Es decir, un objeto sin valor aparente. Pero, entre la pobreza y el cansancio humano, ese pequeño objeto destacaba para aquellos que conocen su significado. La adopción de Bitcoin en Venezuela es semejante a ese llavero que se asoma desde el bolsillo de un desconocido. Pasa desapercibido dentro de un tren lleno de personas, pero sigue estando allí. Me genera mucha curiosidad la forma en que los bitcoiners perciben el mercado en Venezuela. He leído ciertos tuits que me hacen pensar que existe a nivel internacional una matriz de opinión exagerada e irreal sobre el uso de Bitcoin en el país caribeño. No solo se dice que Venezuela posee el mercado de compraventa más grande del mundo -lo cual no es cierto-, sino que también se cree que el interés gubernamental por los criptoactivos ha potenciado el uso de la criptomoneda en las calles venezolanas. Tal vez esté equivocada, pero este tipo de anuncios me hace pensar en una nación utópica donde Bitcoin es una palabra común y su uso está normalizado. La realidad en Caracas y otras ciudades de Venezuela es muy distinta, mucho más difícil de comprender. Bitcoin despierta curiosidad Aunque sí hay venezolanos que compran bitcoins como método de resguardo de valor y han empezado a aceptarlo en sus negocios, el uso de las criptomoneda en la vida cotidiana sigue siendo una rareza. No obstante, la estela de las criptomonedas empieza a tener impacto en el día a día. Poco a poco, como ese llavero que sobresale en medio del caos del metro caraqueño, los signos de Bitcoin aparecen inadvertidos en la vida diaria. Un café en el centro de Caracas, la cena navideña de tu vecina o el comedor universitario pueden ser el escenario ideal para que Bitcoin salga a relucir en un comentario. Me ha pasado en varias ocasiones que caminando por alguna calle caraqueño escucho, por pura casualidad, una conversación sobre minería de criptomonedas. Puede ser que, debido a que trabajo en este ecosistema, tengo el oído agudo para la palabra Bitcoin; pero es indudable que los venezolanos se encuentran interesados por esta tecnología. Considero que la curiosidad es uno de los principales móviles de estas conversaciones. El ciudadano común no entiende al Bitcoin, más quiere conocer su funcionamiento puesto que cada vez más personas han empezado a utilizar estas herramientas financieras. Por ejemplo, en un evento de narrativa celebrado hace unos meses atrás, una persona conocida me confesó que quería saber más sobre «ese Bitcoin del que todos hablan». No sabía que yo trabajaba para un periódico especializado en criptomonedas, pero apenas se enteró me bombardeó con un carrusel de preguntas. Los ¿cómo se usa?, ¿quién lo acepta?, ¿en qué se basa su valor? ¿por qué todo el mundo habla de eso?, volaban de un lado para otro. Luego de responderle todas sus inquietudes, me miró muy seria y acotó: «necesito que pautemos una cita únicamente para hablar de esto. Tengo un montón de preguntas más». Accedí encantada. La mayoría de los venezolanos no utiliza bitcoins sino dólares como método de resguardo de valor, pero el nombre de la criptomoneda despierta cada más la curiosidad. Imagen de ezstudiophoto/stock.adobe.com Más allá de que Bitcoin es un tema conocido en la sociedad venezolana debido a su uso cada vez más difundido y al lanzamiento del Petro, es cierto que ciudades como Caracas empiezan a vestirse con el símbolo de ₿. En la autopista que conecta el sureste con el oeste de la ciudad se pueden encontrar múltiples vallas publicitarias en donde se ofrecen servicios de compraventa de bitcoins a nivel nacional. Los enormes anuncios a color con bitcoins cayendo en forma de lluvia sobre hermosas modelos llaman la atención de los conductores, quienes en medio de la congestión vial se divierten mirando la publicidad. La imagen en un principio desentona, en un país donde la mayoría no utiliza bitcoins sino dólares como método de resguardo de valor. Sin embargo, es un recordatorio silente de que el uso de criptomonedas en Venezuela tiende a convertirse en una actividad conocida, que en un futuro posiblemente dejará de pasar desapercibida.